Rendimiento neto de los autónomos: qué es y cómo calcularlo

La autoliquidación trimestral del IRPF y la declaración de la renta requiere el calculo del rendimiento neto de los autónomos. Te contamos todo lo que debes saber.

El cálculo del rendimiento neto del autónomo es una operación fundamental para poder llevar a cabo la autoliquidación trimestral del IRPF y la posterior declaración de la renta, porque es esta cifra la que nos indica cuál es la rentabilidad real de la actividad económica que se está ejerciendo. 

Para poder hallar el rendimiento neto, es imprescindible llevar una contabilidad detallada que registre todos los ingresos y también los gastos que están relacionados con la actividad profesional. Esto va a facilitar mucho la elaboración de las autoliquidaciones tributarias, y también será de gran ayuda en caso de que se produzca una inspección por parte de Hacienda.

Rendimiento neto del autónomo: un concepto que hay que conocer

Saber qué es el rendimiento neto es esencial para poder calcular la deuda tributaria que corresponde abonar en concepto de impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF), pero también para ajustar la cotización a la Seguridad Social, ahora que esta se basa en los ingresos reales.

Al llevar a cabo su actividad, el autónomo obtiene una serie de ingresos. Pero eso no quiere decir que todo lo facturado equivalga a una ganancia, porque trabajar por cuenta propia también implica asumir una serie de gastos, como, por ejemplo, pagar los suministros de luz y agua de la oficina o local en el que se trabaja, o abonar las nóminas de los trabajadores.

Por eso, existe el término fiscal de “rendimiento neto”. Este se refiere a la ganancia que obtiene el autónomo una vez que a sus ingresos brutos les ha restado los gastos deducibles generados por su actividad.

En realidad, este término no es de aplicación exclusiva a los autónomos. En el caso de los asalariados, también se calcula el rendimiento neto del trabajo para calcular la base imponible de su IRPF. La diferencia es que, tratándose de trabajadores por cuenta propia, el cálculo se hace a través de los rendimientos de la actividad económica, mientras que en los asalariados se calcula a partir de los rendimientos del trabajo.

rendimientos netos

¿Cómo calcular el rendimiento neto del autónomo?

La fórmula es muy sencilla:

Ingresos (también conocidos como rendimientos íntegros) – gastos deducibles = rendimientos netos

Sin embargo, a la hora de calcular el rendimiento neto del autónomo, debemos tener muy presente el régimen fiscal al que se ha adherido. De esta forma, los autónomos que tributan a través del método de estimación directa (normal o simplificada) calculan su rendimiento neto descontando a sus ingresos los gastos deducibles, tal y como hemos visto en la fórmula anterior.

En cambio, los autónomos sujetos al sistema de estimación objetiva determinan sus rendimientos netos aplicando una serie de módulos que vienen recogidos en una orden de Hacienda. Es decir, que no se tienen en cuenta los gastos efectivamente asumidos en el ejercicio de la actividad, sino que se hace una estimación de los mismos con base en un criterio que determina Hacienda. 

Los ingresos en el cálculo del rendimiento neto

Al analizar qué es el rendimiento neto, hemos señalado que este es el resultado de restar a los ingresos los gastos deducibles. Así que debemos profundizar en el concepto de ingresos.

Para Hacienda, son ingresos computables a efectos del IRPF todos aquellos que se derivan de forma directa de la actividad ejercida por el autónomo. Esto incluye:

  • Ingresos de explotación. Los que proceden de la venta de productos o la prestación de servicios en que consiste la actividad desarrollada.
  • Subvenciones y ayudas públicas o privadas recibidas.
  • Autoconsumo de bienes o servicios. Por ejemplo, si el autónomo consume sus propios productos o los ofrece de forma gratuita a un familiar.
  • Ingresos financieros. Como los rendimientos de una cuenta corriente asociada al negocio.
  • Transmisión de elementos patrimoniales. Si se venden elementos adscritos a la actividad, como el local en el que se trabajaba.
  • IVA devengado. El que se repercute en las facturas a los clientes.
  • Indemnizaciones del seguro y cualquier otra cuantía que esté ligada a la actividad.

Los gastos deducibles en el cálculo del rendimiento neto

Nunca está de más contar con una calculadora del rendimiento neto del autónomo para simplificar las cuentas, pero antes de llegar a ese punto es importante tener claros qué gastos son los que se pueden restar a los ingresos.

La normativa no se refiere a gastos, sino a gastos deducibles. Esto ya nos indica que no podemos reducir la partida de los ingresos con cualquier gasto, solo con aquellos que estén recogidos legalmente como gastos deducibles.

No hay un listado taxativo previsto en la ley sobre los gastos que se puede deducir un autónomo, pero se establecen unos requisitos que son los que van a determinar si esa partida se puede descontar de los ingresos:

  • El gasto tiene que estar afecto a la actividad. Debe resultar absolutamente imprescindible para poder trabajar. Como el pago del alquiler de una oficina o la compra de un ordenador.
  • Tiene que justificarse documentalmente, preferentemente a través de una factura.
  • Debe quedar registrado en el libro contable de gastos.

Hay una serie de gastos que se amoldan a la perfección a estos requisitos y se pueden deducir sin que supongan un problema para Hacienda. Los más habituales son:

  • Cuota de autónomo.
  • Cotizaciones a la Seguridad Social de los empleados.
  • Alquiler del local u oficina desde la que se trabaja.
  • Suministros de luz, agua, gas, telefonía e internet.
  • Gastos financieros, como los recargos por aplazamiento de una deuda o los intereses de un préstamo.
  • Compra de mercancía para el stock.
  • Servicios de otros profesionales como un gestor, un abogado o un notario.
  • Software profesional para la gestión del negocio.
  • Seguros vinculados a la actividad.

Además, se permite una deducción por gastos genéricos que no es necesario justificar, y que asciende al 7 %; el 3 % en el caso de los autónomos societarios.

Si conocemos los ingresos y los gastos deducibles, nos resulta sencillo llegar al rendimiento neto del IRPF y cumplir con nuestras obligaciones fiscales. El cálculo del rendimiento neto del autónomo es solo el primer paso para no cometer errores a la hora de tributar.

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